n ocasión de la vigésima versión de la instancia, compartimos con la comunidad cristiana, vecinas y vecinos de la población Santiago.

 

Durante el domingo recién pasado celebramos la vigésima versión del Día del Patrimonio, en la Capilla San Esteban, Rey de Hungría de la Población Santiago. La actividad fue organizada por “Memorias de Chuchunco” en conjunto con la comunidad cristiana de la capilla. Para esta ocasión, se montó una exposición del archivo fotográfico de la población Santiago, se regalaron libros y postales sobre la misma población y compartimos con vecinos y vecinas trípticos informativos donde compartíamos nuestra visión del patrimonio y su relación con la memoria social poblacional.

 

 

 

 

 

    La exposición comenzó a las 10:00 y fue desplegada en las afueras de la Capilla

¡PORQUE NUESTRA MEMORIA TAMBIÉN ES NUESTRO PATRIMONIO!

(Texto compartido con los vecinos y vecinas de la población)

Existe un sentido común construido en torno a lo “patrimonial”, que tiende a considerar como patrimonio a los palacios, museos y demás espacios insignes de la historia nacional. Sin embargo, vale la pena hacerse y volver a hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué es el patrimonio cultural? ¿Cuál es nuestro patrimonio? ¿Qué sentido tiene organizar actividades “patrimoniales” en nuestras poblaciones?

Se entiende por patrimonio cultural al conjunto de elementos materiales e inmateriales que preservan y ponen en valor nuestra identidad y que, por lo mismo, se consideran elementos valiosos. Así, por ejemplo, el Museo Histórico Nacional sería una institución patrimonial porque preserva y pone en valor elementos que se consideran valiosos ya que dan cuenta de lo que hemos sido y lo que somos como país, de la misma forma que los bailes chilotes son considerado patrimonio porque son una práctica cultural que pone en valor la identidad de los habitantes de aquella isla.

Ahora, si nos ponemos a pensar en el caso de la identidad de pobladores y pobladoras del gran Santiago, veremos que la mayoría de las instituciones patrimoniales no dan cabida a sus historias, a sus experiencias cotidianas, a sus victorias y derrotas colectivas. ¿Cuántas veces hemos visto exposiciones en museos que muestren las tomas de terreno, la resistencia que se dio contra la Dictadura, las ollas comunes, las fiestas y peñas, los rostros de vecinos y vecinas?

Probablemente ninguna. O muy pocas. Y es que las instituciones que resguardan el patrimonio, mayoritariamente museos y bibliotecas, fueron creados originalmente para enaltecer a los “héroes
nacionales” y la historia del Estado, y pese a que últimamente han renovado sus enfoques y democratizado sus temáticas, aún parece ser que el pueblo no es protagonista de aquella “identidad nacional”.

¿Lo anterior quiere decir las pobladoras y los pobladores no tienen patrimonio?
¡Claro que tienen! Por un lado, existen una serie de objetos que sirven de registro de su pasado: fotografías de familiares, cartas, afiches de actividades, panfletos, poesías, autobiografías, música, etc. Objetos que se denominan como patrimonio material y que tienen una peculiar característica, ya que no sólo resguardan vivencias de tiempos anteriores, sino que además movilizan y despiertan a uno de los elementos más importantes del patrimonio poblacional: la memoria.

¿Por qué la memoria tendría tanta importancia? Porque la memoria colectiva resguarda todas aquellas historias y leyendas de la población que contaban –y siguen contando- madres, padres, abuelos, abuelas, amigos, amigas, vecinos y vecinas. Relatos que muestran que aquellas personas que pisaron anteriormente las poblaciones no tuvieron una vida fácil, que pararon sus casas partiendo de nada, que sufrieron la pobreza y represión de forma constante. Pero que, pese a
todos los obstáculos y dificultades, se encontraron y vivieron también en sus territorios la solidaridad, los lazos comunitarios que les permitieron no solamente avanzar en la lucha por una vida digna, sino que además les permitió levantar toda una población, con sus escuelas, consultorios, clubes deportivos, juntas de vecinos, centros de madres, iglesias, centros culturales y un sinfín de espacios más.

 

   El equipo de Chuchunco compartió información con vecinos, invitándolos además a asistir a los encuentros de memoria que iniciarán el 8 de Junio

Es por ello que desde el proyecto Memorias de Chuchunco apostamos por preservar y poner en valor la memoria social y colectiva, porque allí está la historia del pueblo, esa de carne y hueso. Es por medio de la memoria que pobladores y pobladoras pueden encontrarse y re-encontrarse con su identidad. Porque final-mente la memoria es aquel recurso que permite sacar la lección más importante de ese pasado que no ocupa lugares protagónicos en museos y textos
escolares, aquella que dice que la población se ha levantado y ha construido su historia en base a los lazos comunitarios. Y esa memoria está presente en cada vecino y vecina del territorio y no podemos olvidarla ni dejarla atrás, porque es allí donde está la clave para construir un mejor presente y futuro.