Las conmemoraciones se encuentran cargadas de sentidos y disputas por sus usos públicos. Quién recuerda y cómo se recuerda es un acto que no se encuentra exento de posicionamientos políticos y experiencias personales. El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 instauró la dictadura cívico-militar que mantuvo al país por 17 años en la represión. Lo que expresa el golpe de Estado y la represión militar es la desarticulación de todo tipo de organización, ya sea política o social, y la comunidad cristiana de la capilla San Esteban, en la población Santiago, sufrió su propio golpe. El allanamiento efectuado por agentes de la DINA en la capilla en 1973 buscó, sin duda alguna, amedrentar a la comunidad mediante el uso de la fuerza: golpearon a jóvenes de la comunidad, acusaron al padre Jim Hosey de guardar armas, se llevaron libros para destruirlos y sembraron el pánico en el hogar que muchas y muchos construyeron con sus propias manos un par de años atrás.

A continuación, compartimos con ustedes el testimonio de Francisco Jorquera, quien estuvo presente el día del allanamiento, del golpe dado a la comunidad cristiana.

“En ese entonces tenía 12 o 13 años. Estaba con el Pablo Quezada, el padre Jim y el padre Carlos en la biblioteca de la capilla que estaba dentro del salón. Recién habían construido la capilla hace un par de años y ahí nosotros teníamos nuestros libros y nuestros estantes; hacíamos reforzamientos escolares y hartas actividades porque teníamos mucha participación juvenil con la Acción Cristiana de Jóvenes -la A.C.J.- que fundó el padre Carlos.

Estaba la biblioteca abierta, todo abierto, y entraron unos agentes de la DINA buscando armas y esas cosas, pero no había nada; nos hicieron tira los libros y nos pegaron: le pegaron al Pablo y el padre Jim se metió a defenderlo y le pegaron a él también después me tiré arriba del loco para defender al padre Jim, le tiré un par de combos, de chuchás y ahí me pegaron combos y patadas. Después a ellos dos se los llevaron presos y por suerte los soltaron, yo me salvé porque era chico no más. Yo creo que el padre Carlos quedó traumado, si venía arrancando de Hungría, llega acá y se topa con esto, quizás por eso al año siguiente se fue de la capilla. Durante la dictadura el padre Jim se quedó con nosotros.

El allanamiento a la capilla marcó un antes y un después, marcó un cambio muy grande. El allanamiento fue algo bien simbólico, toda la gente tenía miedo. Costó encantar de nuevo a la gente para participar porque creían la versión de los milicos, que aquí encontraron cosas. Pero nosotros seguimos participando: se sumaron muchos jóvenes y la biblioteca siguió funcionando igual que la pastoral juvenil. Los adultos y los jóvenes después seguimos con las catequesis y se armaron más grupos como la ayuda fraterna y el centro cultural, entre varios más. Pensamos que la gente no vendría más a la capilla, pero fue todo lo contrario”.

Testimonio de Francisco Jorquera, en «2do encuentro por la memoria», capilla San Esteban, 22 de junio de 2019.

A 46 años del Golpe de Estado, compartimos estas palabras de Francisco como una forma de alimentar la memoria popular sobre nuestro pasado reciente y reafirmar nuestro compromiso con un ¡Nunca más! basado en la verdad y la justicia.

¡Porque nuestra memoria es nuestro mayor patrimonio!

Memorias de Chuchunco, 11 de septiembre de 2019