Por Mariana Aguilera Caviglia y Romina López Concha, autoras del libro «Mujeres Pobladoras. Tejiendo memorias desde la población Los Nogales (1948-2017)»
Alicia colabora en la olla común que está funcionando en la JJVV de la población Los Nogales, su barrio. Ayuda a repartir los almuerzos directamente a las casas de quienes lo necesiten; «en un principio armábamos cajas de mercadería para repartir, pero nos dimos cuenta de que no servía de nada abastecer de mercadería si la familia no tiene gas para cocinar, así que empezamos a preparar nosotros los almuerzos» nos comenta Gloria, su compañera. Alicia llega a la casa de su vecina, adentro hace frío, la estufa se encuentra apagada, entrega el almuerzo y se despide; llama a un compañero y le dice que pase a comprar parafina para venir a dejarle a la vecina. «Siento que la población volvió al pasado» nos cuenta, haciendo referencia a los años 80, época de crisis económica en que los barrios populares sufrieron la peor parte, y donde se multiplicaron las organizaciones populares de subsistencia, presididas mayoritariamente por mujeres que levantaron ollas y comedores populares para hacerle frente a la necesidad de alimentarse.
Para un país que históricamente ha sido protagonista de las peores crisis económicas, la organización de Ollas Comunes no es un fenómeno reciente, especialmente cuando los gobiernos de turno han optado por la desprotección social, y es la población civil la que debe subsanar la necesidad de alimentación.
Es difícil rastrear los inicios de las Ollas Comunes, básicamente porque hasta hace unos años no constituían un objeto de investigación de interés para los historiadores, a pesar de que éstas hayan acompañado importantes procesos como crisis económicas, desastres naturales, y huelgas de trabajadores/as. No obstante, diversas organizaciones e investigadores e investigadoras vinculadas a la recuperación de la memoria social de la historia reciente de los sectores populares chilenos, han enfocado sus esfuerzos en recopilar testimonios y archivos relacionados con las ollas comunes que se organizaron en la década de los 80, en plena dictadura civil y militar como respuesta al desempleo provocado por la Crisis de la Deuda Latinoamericana. Frente a este escenario, muchas mujeres pobladoras se organizaron rápidamente para resolver el problema económico de subsistencia, en otras palabras, para solucionar el problema de la alimentación[1].
De esta forma, y a pesar del proyecto de descomposición del tejido social por parte del régimen, las mujeres pobladoras no sólo desarrollaron una práctica que les sirvió para contrarrestar el hambre y la pobreza, sino que también permitió generar un espacio de encuentro y diálogo al interior de las comunidades, re-zurciendo el tejido social que la dictadura había echado por suelo. En el caso de la población Los Nogales, las ollas comunes pasaron a conformarse como organizaciones permanentes dando paso a los comedores populares, lo cual generaba una instancia para compartir entre quienes asistían a comer y entre quienes cocinaban.[2]
Hoy día, y tras el intenso proceso de reencuentro y organización comunitaria que se venía desarrollando a partir de las movilizaciones de octubre del año pasado, nuevamente las mujeres de los sectores populares se organizan para dar solución al actual problema de crisis sanitaria y desempleo. La rapidez con la que reaccionaron para organizar colectas, repartir canastas familiares y/o almuerzos, comisiones para desinfectar áreas comunes, entre otras acciones; deja entrever los mecanismos de subsistencia que existen en el imaginario y en la memoria popular, es decir, la solución de los problemas comunitarios a partir del apoyo y la solidaridad entre vecinas y vecinos.
El 24 de junio recién pasado la subsecretaría de prevención del delito dio a conocer el nuevo «Protocolo Permisos Solidarios para Suministro de Alimentos», que otorgará permisos temporales a aquellas personas que se encuentren realizando labores autogestionadas de repartición de insumos y alimento a familias que, en medio del contexto actual de crisis sanitaria, han sufrido de despidos o de la imposibilidad de salir a trabajar. La medida que, según el gobierno, está orientada a restringir la circulación en favor de la cuarentena, implica el registro por parte de las Municipalidad de los datos de cada persona que esté participando como voluntaria/o en las organización de ollas comunes, asegurando que de esta manera podrán establecer un vínculo de apoyo facilitando insumos de protección y prevención del contagio.
Sin embargo, diversas organización han expresado el rechazo a la medida alegando un excesivo control que puede entorpecer la labor de las ollas comunes[3], Gloria nos comenta que hasta ahora la organización de las ollas en Nogales no han recibido apoyo municipal, se consideran a sí mismos neutros, y opina que ahora hay una intención limpiar la imagen del gobierno, después de la represión que sufrieron las ollas comunes. Pero que no importa las medidas que se tomen no hay nada que ocultar, y “si vamos a estar ayudando, bueno, si vamos a arriesgar otras cosas, habrá que hacerlo” siempre hay algo que arriesgar, y “toda cosa tiene su sacrificio” como el hecho de salir a comprar, o estar repartiendo alimento.
Gloria Basualto Cabezas (44) es una mujer criada en la población Los Nogales y que actualmente participa de la organización “Amigos de Nogales”, nos cuenta su experiencia sobre las Ollas Comunes en su población.Actualmente existen siete organizaciones que se hacen cargo de las ollas comunes, en colaboración con la Junta de Vecinos, de esta manera cada organización cocina un día en la semana, logrando entregar alimento todos los días. Nos cuenta que la mayoría de los alimentos que se cocinan son donaciones de los mismos vecinos y vecinas y que a diario se reparten alrededor de 200 raciones, que a veces incluso incluyen fruta y/o pan. La mayoría de estas raciones se entregan a familias, y otro porcentaje a personas en situación de calle. A veces no alcanzan las raciones para todas las personas, y se improvisa un segundo plato, “pero no se deja a nadie sin comida […] como sea, donde sea se vuelve a hacer otro menú express y se entrega a las personas”, nos cuenta Gloria.
En los 80 las ollas comunes y/o comedores populares fueron levantados mayoritariamente por mujeres, sin embargo, hoy incluyen la participación tanto de hombres como mujeres, aunque muchas veces, como nos cuenta Gloria, son las mujeres las que se encargan de las labores relacionadas directamente con la cocina y con la distribución de las raciones.
Si bien, el escenario en el que nos encontramos actualmente es incierto y desconocido para la población en Chile, nuevamente los sectores populares responden a él con la dignidad y solidaridad que han aprendido de su propio pasado en común.
Sólo el pueblo ayuda al pueblo.
Crédito foto destacada: http://poblacionlosnogales.cl
[1] Gatica, E. (2017) “Perdiendo el miedo. Organizaciones de subsistencia y la protesta popular en la región metropolitana, 1983-1986” Mar y Tierra Ediciones.
[2] Aguilera, M., López, R., Fauré D. (2020) “Mujeres Pobladoras: Tejiendo memorias desde la población Los Nogales, (1948-2017)” Editorial Quimantú.
[3]https://diariovenceremos.cl/2020/06/24/ollas-comunes-bajo-control-policial-el-controvertido-salvoconducto-solidario-de-la-subsecretaria-de-prevencion-del-delito/
*** Publicado en Observatorio Género y Equidad. Disponible en: https://oge.cl/de-las-ollas-de-la-resistencia-a-las-ollas-de-la-dignidad-memorias-y-aprendizajes-de-las-mujeres-populares-en-epocas-de-crisis/