La memoria social tiene muchas formas de expresarse: a través de la palabra hablada, de la palabra escrita, del canto, de la danza, del muralismo y un largo etcétera. Acá, les compartimos una hermosa experiencia que realizaron Charlotte Cabarra, Millaray Solano y Tomás Andreu, quienes trabajaron las memorias colectivas en torno al «canal colector» de la población Los Nogales (Estación Central) a través de la confección de una arpillera colectiva.
El pasado viernes 27 de septiembre de 2024, se realizó un taller especial en el que la memoria y las historias populares cobraron vida en forma de muñequitos de tela. El taller fue convocado por estudiantes del curso de extensión “Historia oral, historia local y memoria popular”, del programa de vinculación con el medio Memorias de Chuchunco de la USACH, donde una veintena de dirigentas y dirigentes sociales de Estación Central se están formando para ser historiadoras e historiadores locales.
El taller “Confección de Muñequitos por la Memoria” se encuentra enmarcado en el proyecto «Memorias del Agua», que busca rescatar y visibilizar las historias y memorias del Canal Colector, este proyecto impulsado por Charlotte Cabarra, Millaray Solano y Tomás Andreu, quienes en esta oportunidad organizaron el encuentro para evocar memorias y pudiendo destacar un símbolo de memoria de la historia Nogalina.

La actividad se realizó en el Centro Cultural y Social la Cañada, donde en un ambiente de conversación, los participantes pudieron recordar la figura del Canal Colector desde los inicios de la población, en enero de 1948, hasta su entubación a comienzos de la transición a la democracia.
La procedencia y fecha de origen del Canal Colector siguen siendo inciertas. Algunos afirman que surgía de una arteria del río Mapocho conocida como “La Cañada”, mientras que otros sostienen que era parte de los canales de riego que atravesaban el antiguo fundo de Chuchunco. Sin embargo, existe consenso en que el canal desembocaba desde la antigua calle Bernales Mercado, hoy Obispo Umaña, y que ya estaba presente mucho antes de la llegada de los primeros pobladores a Nogales.

El canal, que se extendía entre Obispo Umaña y La Cañada, era un punto de encuentro habitual para los niños y jóvenes de la población, quienes se reunían a jugar y organizarse dependiendo del lado del canal donde solían juntarse. Conectándose con otros canales de regadío, también servía como un lugar de delimitación entre Nogales Norte y Nogales Sur. Sin embargo, su entorno no estaba exento de problemas, ya que albergaba contaminación proveniente de diversas zonas de Santiago e incluso de la misma población, así como la presencia de ratones y malos olores.
Durante el encuentro, los vecinos reconocieron al Canal Colector como un símbolo que representa múltiples significados en la historia de Nogales, ya que es un lugar cargado con múltiples mitos y leyendas. Por un lado, el Canal marca una separación física y simbólica entre Nogales Norte y Sur, lo que ha determinado la identidad de sus habitantes. A lo largo del tiempo, ha sido escenario de procesos históricos como el poblamiento, la dictadura y sucesos que reflejan la resistencia de la población frente a la marginalización. Sin embargo, también está tiene una connotación negativa relacionada con problemas de salubridad y acumulación de desechos, el peligro que simbolizaba para los niños y los malos olores que emitía.

El encuentro fue una fructífera instancia de creación, memoria y discusión en torno a una historia subterránea del Canal Colector, una narrativa que ha permanecido oculta y que abre una gran oportunidad de poner en valor la memoria colectiva y la historia social de la población.
El trabajar con la elaboración de “muñequitas por la memoria” , facilitó la asistencia de mujeres a este encuentro. Esto permitió establecer un vínculo afectivo con el recuerdo y poder llegar a la memoria a través de la elaboración y creación de sus muñequitas. En su mayoría representaron a sus madres, abuelas o ellas mismas en alguna etapa de sus vidas, generando un diálogo reflexivo con su propia historia, enmarcando sus vivencias en la población. Se facilitó un cruce generacional entre mujeres que se encontraron en una narrativa común. Por otro lado, los materiales usados como telas, lanas, hilos, agujas, son herramientas de las cuales muchísimas mujeres se han relacionado habitualmente a través de sus oficios o técnicas aprendidas para la creación o reparación de prendas, lo que facilitó una experiencia cercana con sus memorias en este encuentro.
Abordar la historia local desde otras metodologías que integren el quehacer creativo, facilita el posicionamiento del ser como sujeto histórico, facilitando así su reconocimiento como parte de los procesos históricos.
Texto: Tomás Andreu
