Por Equipo de Comunicaciones / Memorias de Chuchunco
Desde hace casi una década, el programa de vinculación con el medio Memorias de Chuchunco ha trabajado junto a comunidades y organizaciones sociales de Estación Central para rescatar, fortalecer y proyectar la historia local y sus memorias barriales. En ese camino nace el curso “Historia Oral, Historia Local y Memoria Popular”, una propuesta formativa gratuita dirigida a vecinas, vecinos y dirigentes sociales de la comuna que quieran investigar su propia historia y transformarse en agentes locales de memoria.
En esta entrevista, el historiador Daniel Fauré Polloni, académico de la USACH y coordinador del programa, comparte la experiencia de este curso: cómo se vive el encuentro entre saberes populares y herramientas académicas, qué aprendizajes ha dejado la experiencia anterior, y por qué es tan urgente seguir fortaleciendo los vínculos entre universidad y comunidad para que la historia se construya de manera colectiva, desde abajo y con sentido territorial.

¿En qué consiste el proyecto «Historia Oral, Historia Local y Memoria Popular» y qué motivó su creación?
Este proyecto surge a partir del análisis de las diferentes iniciativas que hemos desarrollado en casi diez 10 años de trabajo en el programa de vinculación con el medio Memorias de Chuchunco , del departamento de Historia de USACH. En estos años, habíamos desarrollado una serie de proyectos en los cuales académicas y académicos del programa junto con estudiantes de pregrado y de posgrado en Historia establecíamos lazos de trabajo con vecinos, vecinas, organizaciones populares e instituciones locales de diferentes poblaciones de la comuna de Estación Central, con el objetivo de construir colectivamente historias locales, fortalecer la memoria social y poner en valor el patrimonio barrial.
Sin embargo, el año pasado decidimos hacer algo diferente: invitar a dirigentes y dirigentes sociales, a personas que viven, estudian o trabajan en Estación Central, a nuestra casa, a la universidad, para que pudieran evidenciar un proceso de formación como historiadores e historiadoras similar al que desarrollamos con nuestro estudiantado. Lo que buscamos con este proyecto es apoyar los diversos procesos que muchos vecinos, vecinas y organizaciones sociales y populares de la comuna llevan a diario por reconstruir su propia historia y fortalecer su memoria social, procesos que se dan independiente del vínculo que tengan estas personas y organizaciones con la universidad, pero que, creíamos, se podían ver fortalecidos al integrar herramientas de la historia profesional. Y, al mismo tiempo, buscábamos multiplicar el efecto que puede tener nuestro programa al vincularnos con proyectos que se desarrollan en muchos barrios y poblaciones de la comuna de forma simultánea, tal como pasó el año pasado, con vecinos y vecinas, dirigentes y dirigentes de 11 barrios diferentes de la comuna.
Ustedes hablan de formar “agentes locales de memoria”. ¿Qué significa eso y por qué es importante hoy?
Nosotras y nosotros sabemos que en todos los barrios, en todas las poblaciones de la comuna, hay personas que desarrollan iniciativas sobre historia local, memoria y patrimonio, desde diferentes miradas y técnicas, sin necesidad de tener vínculo con la academia. A ellos les llamamos “agentes locales de memoria”. Por lo mismo, nuestra intención no es suplantar ese trabajo que ya desarrollan sino fortalecer, en términos teóricos y técnicos, a esos agentes y ayudar a formar nuevas y nuevos agentes de memoria en aquellos barrios donde estas prácticas están menos desarrolladas.
Creemos que de no existir estos agentes locales de memoria es muy fácil que discursos externos a las comunidades, desde los medios masivos de comunicación, desde otras clases sociales, e incluso desde la academia, puedan permear muy fácilmente las formas de interpretar el pasado que tienen las y los habitantes de la comuna. Por eso es clave que estos agentes se visibilicen, se conozcan entre sí, fortalezcan su trabajo y pueden establecer un vínculo directo y horizontal con quienes, desde la academia, estamos pensando estos mismos temas y buscamos los mismos fines.

¿Cómo ha sido la experiencia en versiones anteriores del curso? ¿Qué aprendizajes han recogido del trabajo con dirigentes y organizaciones locales?
El año pasado, 2024, tuvimos nuestra primera versión del curso, en la que participaron 26 personas de diferentes barrios de la comuna. Fue una experiencia muy catártica, muy potente, porque las personas que participaron traían una cantidad muy importante de saberes y experiencias previas que hicieron que efectivamente cada sesión se volviera en un “diálogo de saberes” donde el nuestro, el académico, era sólo uno más dentro de todo esos saberes previos que portaban estos agentes locales de memoria. De hecho, y esto nos sorprendió gratamente, al momento de pensar los productos finales del curso, nosotros y nosotras habíamos planificado, como equipo, que uno de los formatos más interesantes de trabajar era el de los registros audiovisuales. Sin embargo, la generación del 2024 desbordó ese formato ya que terminaron, a través de procesos serios y sistemáticos de investigación local, generando como productos finales una serie de dispositivos de memoria muy variados que iban desde canciones, arpilleras, poemarios, relatos autobiográficos, piezas teatrales, además de las entrevistas individuales y colectivas que registramos en formato audiovisual.
Fue una demostración muy concreta de las formas de hacer historia que tiene la clase popular, que son creativas, rupturistas, difíciles de moldear en un solo formato. Sin duda, un aprendizaje gigantesco para nosotras y nosotros como equipo ya que, desde la academia, estamos tan habituados al formato escrito -el artículo indexado, el libro- que nos olvidamos de otras formas de investigar participativamente y de socializar los resultados de nuestra investigaciones.
En términos metodológicos, ¿cómo combinan ustedes herramientas académicas con saberes locales y experiencias comunitarias?
Desde siempre nuestro programa ha tenido una preocupación fundamental en torno a utilizar metodologías de trabajo y de investigación que sean participativas. Por eso tomamos muchos elementos de la educación popular, de la investigación-acción participativa, y de experiencias previas en Historia Popular como las que desarrolló la ONG ECO, Educación y Comunicaciones, durante la dictadura y la posdictadura. Por eso para nosotros y nosotras no era un desafío nuevo encarar este curso en una forma más dialógica, ya que contábamos con esas experiencias previas.
Sin embargo de todas formas tuvimos que replantear nuestras clases en el sentido de qué, en una clase “ tradicional“ universitaria, los espacios en los cuales se ocupa la técnica expositiva son mucho mayores. En cambio, en estas sesiones, incluso utilizando mucho más tiempo del que tiene una clase normal, siempre nos quedaban temáticas afuera, sin trabajar, ya que por cada punto que íbamos tratando, aparecían muchas voces, por parte de nuestro estudiantado, que planteaban preguntas muy pertinentes a partir de sus experiencias anteriores, o compartían precisamente los aprendizajes que han ido acumulando a través de años de experiencias de producción historiográfica no académica, no institucional. Por eso, sin duda, el curso reforzó nuestra apuesta por las metodologías participativa y reforzó la pregunta, súper urgente, de cuestionarnos sobre la comunicación pública de la producción científica que se genera desde los espacios universitarios como la USACH.

Nombraste el tema de la llamada “comunicación pública de la ciencia”. ¿De qué manera el curso permite que el conocimiento histórico salga de la universidad y se convierta en una herramienta comunitaria?
Nosotras y nosotros como programa adherimos mucho a esa frase que señala que la ciencia que no se comunica, es una ciencia que no existe. Creemos que los saberes historiográficos sólo tienen sentido cuando son socializados y le permiten a las comunidades poder tomar decisiones históricas, en el presente, de manera informada, que se nutran de las experiencias colectivas del pasado.
Por eso que creemos que este curso puede ser un paso adelante en ese camino, ya que es un proceso de formación e investigación simultáneas que permite que al final del proceso de un año, ya contemos con una serie de nuevos productos de Historia Social Popular, producidos por agentes locales de memoria que, a su vez, tienen redes directas y concretas con muchos otros vecinos y vecinas de sus barrios y poblaciones. Eso, evidentemente, genera un impacto mayor e inmediato a nivel territorial que permite que la producción, la ciencia popular en este caso, sea utilizada de forma mucho más rápida y efectiva ya que se presenta sin intermediarios, y donde nuestro rol es más bien fortalecer esas formas de socialización y difusión de los saberes que producen los dirigentes y dirigentes sociales y populares.
En esa línea, ¿qué papel juegan las llamadas epistemologías del sur en este proyecto?
Nuestra experiencia de casi 10 años, como decía, nos ha reforzado la idea de qué hay una epistemología popular es decir, que las clases populares tienen sus propias formas de producción de saberes y de socialización de sus saberes. Por eso creo importante que la academia, que la universidad, que tiene también sus maneras propias de producir y socializar saberes, sepa vincularse con estas formas sociales de producción, ya que no estamos en un momento en el cual se deba competir sobre cuál es la manera “ correcta“ de producir saber sino que tenemos que centrarnos en la utilidad social de esos saberes, y si es esa utilidad social se logra combinando las diversas formas de producción, mejor aún, porque tanto las clases populares organizadas como la academia se van a ver favorecidas.

¿Qué tipo de proyectos desarrollan o pueden desarrollar los y las participantes del curso?
Comentaré algunos trabajos realizados el año pasado, para que se hagan una idea. Dentro de los doce trabajos finales del curso, yo destaco varios de ellos. Por ejemplo, la labor que hicieron las compañeras del Comité de vivienda Nuestra casa, Nuestro derecho, que hicieron un proceso de auto-investigación de su organización, o el trabajo de Luis Tejada, que rescató las formas asociativas y organizativas propias del fútbol popular en la población Zelada. De igual manera, destaco mucho la originalidad en los formatos que desarrollaron estudiantes como Charlotte Cabarra, que teatralizó la historia del canal colector de la Poblacion Los nogales a través de una arpillera animada, o el trabajo de Eli Vera Maripangui, que investigó el impacto del “caso quemados” y el proceso posterior de búsqueda de justicia a través de un teatro Lambe-Lambe, o el trabajo de Víctor Hugo Bustos que, después de una investigación a través de entrevista semi estructuradas, compuso una canción que cuenta el proceso de autoconstrucción que desarrollaron vecinos y vecinas de uno de los sectores de la Poblacion Santiago. Sin duda, trabajos que van a tener una llegada mucho más fácil y amplia que lo que puede tener un paper académico.
Finalmente, ¿quiénes pueden participar de esta nueva edición y cómo se pueden sumar?
Sí, hacemos una invitación amplia a vecinos, vecinas, organizaciones sociales y populares, y funcionarios de instituciones locales, como colegios, consultorios, o incluso oficinas municipales de la comuna, a integrarse a esta nueva versión del curso. El único requisito es vivir, estudiar o trabajar en la comuna de Estación Central y tener interés en estas temáticas: historia oral, historia local, memoria popular y patrimonio barrial. El curso es totalmente gratuito, y participan realizando clases un equipo de académicos coordinado por mí, además de la presentación de diferentes organizaciones que trabajan en temáticas de memoria. Es un curso hecho con mucha dedicación, cariño y profesionalismo, y cuenta con el respaldo del Departamento de Historia de USACH y de la VIME-USACH. Recuerden que las postulaciones son hasta el viernes 25 de abril, y pueden encontrar mucha más información sobre esto en nuestro sitio web www.memoriasdechuchunco.cl
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